A partir del año 1976, una poderosa señal de radio con un sonido repetitivo que muchos no tardaron en relacionar con el picoteo de un pájaro carpintero, comenzó a interferir en estaciones legales y a ser interceptada por radio aficionados en distintos puntos del planeta. La señal detectada era tan poderosa que llegaba a escucharse en circuitos telefónicos y a interferir en comunicaciones aeronáuticas comerciales.
Duga-3: El pájaro carpintero ruso
Muchas veces hemos mencionado el hecho de que la guerra, en la que cada nación se juega (literalmente) la vida, ha dado lugar a desarrollos y construcciones que de otra forma nunca hubiesen visto la luz. Duga-3, una de las antenas rusas destinadas a detectar el lanzamiento de misiles desde el otro lado del mundo, es una de ellas. Esta antena de radar, muchas veces referida como “Russian Woodpecker” (Pájaro Carpintero Ruso) generaba una muy característica señal de radio que podía ser oída desde todo el mundo con un aparato de radio capaz de operar en la banda denominada “onda corta”.
Duga-3 es la más grande de un grupo de tres antenas que conformaban los “oídos” del sistema de defensa ruso. No hay demasiada certezas sobre su alcance o características, ya que el hermetismo normal del gobierno de la época, sumado a que se trataba de un dispositivo de gran importancia estratégica, lo convertían -a pesar de su gran tamaño- en algo “secreto”. Sin embargo, sus “efectos” eran notorios. La señal, proveniente de Ucrania, pudo ser oída en la frecuencia correspondiente a las ondas cortas entre Julio de 1976 y Diciembre de 1989. Consistía en un sonido agudo y repetitivo, grabado, con una frecuencia de 10 Hz (10 “tics” por segundo). La similitud de este sonido con el que hace un pájaro carpintero cuando picotea el tronco de un árbol hizo que los radioaficionados de occidente comenzasen a llamar “Russian Woodpecker” a la señal.
La hipótesis más aceptada es que Duga-3 formaba parte de un gigantesco radar del tipo “Sobre Horizonte” (Over The Horizont Radar u OTH), una clase de radar que permite “ver” más allá del horizonte. Rusia necesitaba este tipo de instrumento para saber exactamente en que momento despegarían los hipotéticos misiles balísticos intercontinentales que poseía Estados Unidos, para así iniciar las medidas contraofensivas antes que fuese demasiado tarde. Recordemos también que -por si todo fallaba y no quedaba nadie vivo- los rusos tenían la “Maquina del Juicio Final” que dispararía sus misiles de forma automática.
Esta teoría fue en parte confirmada después de la caída de la Unión Soviética. Se sabe que los soviéticos habían estado trabajando en un sistema de detección temprana en los años 60, aunque la mayoría de ellos basaban su funcionamiento en un “sistema de línea de visión” que era útiles solo para detectar e interceptar posibles ataques una vez que estaban -por decirlo de alguna manera- a la vuelta de la esquina. Ninguno de estos sistemas era capaz alertar con el tiempo suficiente como para poder poner en marcha los motores de los misiles propios y lanzarlos antes de ser destruidos.
La industria aeroespacial y los satélites espías todavía estaban en pañales, así que se decidió la construcción de este verdadero monstruo de metal. La primera antena en quedar lista se llamó Duga-1, y fue construida en las afueras de Mykolaiv (Ucrania). Duga-1 tuvo éxito en la detección de misiles lanzados desde el Cosmódromo de Baikonur, situado a unos 2500 kilómetros del lugar. Este experimento demostró que el sistema era viable, y se construyó Duga-2, emplazada en el mismo lugar. Este nuevo radar podía detectar y seguir misiles lanzados desde submarinos que se encontrasen en el Océano Pacífico, así como misiles lanzados hacía Novaya Zemlya. Ambos sistemas fueron apuntados hacía el este y comenzaron a operar como parte del sistema de defensa del país.
El nuevo sistema, llamado Duga-3, utilizaba un transmisor y un receptor separados entre sí por unos 60 kilómetros. Así fue como, a comienzos de 1976, una nueva y poderosa señal comenzó a ser detectada en todo el mundo. Según los expertos, esto era posible porque la potencia desplegada por Duga-3 era de aproximadamente unos 10 MegaWatts, lo que provocaba interferencias de todo tipo. Algunos incluso aseguran que sus “tics” eran captados hasta por los circuitos telefónicos debido a lo poderoso de su señal. No pocas empresas hicieron fortunas desarrollando filtros para el pájaro carpintero y bloqueadores de ruido. La intensidad de la señal y la frecuencia utilizada generaban interferencias en estaciones de radio legales, en las comunicaciones de radio aficionados y en emisoras de emergencia a lo largo y ancho del planeta. De hecho, en los 13 años que el sistema estuvo funcionado se acumularon centenares de quejas provenientes de prácticamente todos los países del mundo.
La señal detectada era tan poderosa que llegaba a escucharse en circuitos telefónicos y a interferir en comunicaciones aeronáuticas comerciales de todo el planeta.
Ante las continuas e inexplicables interferencias, no tardaron en aparecer especulaciones de todo tipo, desde un extraño sistema de control del clima, hasta un posible experimento para controlar las mentes de todo el planeta. La histeria colectiva que llego a generar la misteriosa señal se repetiría años mas tarde con la puesta en funcionamiento del High Frequency Active Auroral Research Program (mejor conocido como HAARP por sus siglas en ingles).
Con el paso de los años, todos los indicios apuntaban como origen de la misteriosa señal a la extinta Unión Soviética: Una gigantesca construcción obsoleta en la zona de Chernóbil, emitía una señal capaz de saltarse todas las normas aceptadas en cuando al uso de frecuencias de onda corta a nivel internacional : pasaría a la historia como el Russian Woodpecker (El pájaro carpintero ruso). La histeria colectiva que llego a generar la misteriosa señal se repetiría años mas tarde con la puesta en funcionamiento del High Frequency Active Auroral Research Program (mejor conocido como HAARP por sus siglas en ingles).
A pesar de que los estadounidenses sospechaban desde el principio que Duga-3 era alguna clase de radar, también surgieron teorías que indicaban que su función era producir interferencias en las comunicaciones entre submarinos. Algunos sostenían que con esta señal los rusos intentaban interferir las emisoras occidentales, pero esto se descartó al comprobarse que La Voz de Rusia y otras emisoras del bloque eran (muy) afectadas por la interferencia. Los amantes de las conspiraciones salieron de sus sótanos para indicar que en realidad se trataba de un experimento destinado al control del clima, comunicarse con los extraterrestres del centro de la Tierra o para establecer un masivo control mental. Estas hipótesis tenían el mismo sentido que decir que el Kremlin la utilizaba para capar las señales de los canales adultos de occidente.
A media que pasó el tiempo, el carácter de “señal de radar” del pájaro carpintero se hizo evidente. No solo era un “ruido” de 10Hz, sino que su señal contenía una estructura claramente reconocible en cada pulsación. Los técnicos encontraron que era un sistema compuesto por una secuencia de 31-bit pseudo-aleatoria, con un ancho de banda de 100 μs, resultando por pulsos de 3.1 milisegundos. El veredicto final de la Comisión Federal de Comunicaciones de los EE.UU. estableció en 1988 que Duga-3 poseía un período entre pulsos de 90 ms y en un rango de frecuencias que iba desde los 7 a los 19 Mhz y un ancho de banda de 0.02 a 0.8 Mhz.
A finales de la década de 1980, poco después de la publicación del informe de la Comisión Federal de Comunicaciones, las señales comenzaron a ser menos frecuentes y en 1989 desparecieron por completo.No se conocen los motivos por los que el sistema fue desactivado, aunque las causas principales parecen ser el cambio estratégico que tuvo lugar con la finalización de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética. La popularización de los sistemas de detección temprana (US-KS) seguramente también tuvo algo que ver. Solo 30 kilómetros separan al Pájaro Carpintero Ruso del sitio en que esta(ba) la Planta Nuclear de Chernobyl. Hoy la vieja Duga-3 que desveló a una generación de radioaficionados se ha convertido en una especie de “sitio turístico alternativo”, un sitio que muchos quisiéramos visitar.